Mares y Océanos…, los cambios de la gran reserva azul

Los océanos están siendo sometidos a una enorme presión humana. Su transformación es tan rápida que no pueden regenerarse como antes.

 

Las profundas transformaciones que han ido padeciendo nuestros mares durante las últimas décadas empiezan a pasar factura; ahora el ser humano comprende que la salud y el bienestar de la especie están ligados a la evolución de los océanos.

 

<<La degradación de las aguas por contaminación, extracción abusiva de recursos o cambios en la dinámica de los ecosistemas está costando miles de millones de euros a nuestra sociedad>> (sic: Lora Fleming, doctora de la Nacional Science Foundation).

 

Se está llegando a los máximos admisibles en degradación de sistemas costeros. En las últimas décadas se han visto gravemente perturbadas extensas áreas de marismas (más de un 50%), manglares (un 35%) y arrecifes coralinos (30%) del planeta. Esta degradación afecta a los más de 2.000 millones de personas que basan una parte muy importante de su dieta en productos del mar.

 

Sólo ahora se empieza a comprender lo que está pasando, y, aunque falta mucho por saber sobre la dinámica de los océanos, algunos científicos ya han comenzado a hacer mapas orientativos de las zonas más degradadas.

 

Según estas primeras aproximaciones, hasta un 41% del área oceánica se halla muy afectada por perturbaciones diversas. Una de las mayores fuentes de alteración es la sobre pesca: se extraen más de 140 millones de toneladas de pescado anuales, de las cuales más de 100 vienen del mar. Cada vez se pesca a más profundidad, se buscan nuevos caladeros y se captura pescado más pequeño.

 

Uno de los cambios debidos a la sobre pesca (especialmente de túnidos, cuya captura en alta mar representa más de un 50% de la producción) es la gran proliferación de medusas. <<Su mayor abundancia se debe sobre todo a un cambio en la estructura de las cadenas alimentarías marinas>>, ha dicho reiteradas veces el profesor de investigación Josep María Gili, del Instituto de Ciencias Marinas de Barcelona. <<Si no hay depredadores de medusas, como los escómbridos, pueden proliferar con menores obstáculos; pero es que, además, esas medusas comen larvas de pez y, para colmo, también devoran zooplancton crustáceo, que es base alimenticia de muchas especies de peces>>.

 

Escaso control…

 

La esperanza de que la acuicultura sustituya a la pesca de captura directa también la pone en entredicho la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Los casi 19 millones de toneladas que se producen mediante este tipo de procedimiento han degradado muchos ecosistemas costeros, algunos de ellos de forma irreversible, debido al exceso de nutrientes disueltos o de materia orgánica sólida. Este tipo de cultivos libera gran cantidad de comida, además de los restos que genera el propio metabolismo de los peces hacinados en las granjas de cultivo.

 

La sobre pesca es, sin duda, una de las causas que mayores cambios comportan para los ecosistemas marinos. Sin embargo, hay muchos otros efectos que están degradando los ecosistemas y que son menos conocidos y también menos controlables.

 

Por ejemplo, aquellos en que el cambio climático está ejerciendo sobre las comunidades en muchos lugares del planeta. Algunos como el desplazamiento de algunas especies de sur a norte, o viceversa, por el aumento de temperaturas son ya un hecho.

 

Los cambios de temperatura están provocando también mortalidades elevadísimas en comunidades acostumbradas a un régimen concreto de fluctuaciones térmicas y a unos flujos de alimento determinados. Los más perjudicados parecen ser los arrecifes de coral y bosques de gorgonias. La producción del propio fitoplancton, base de las cadenas alimentarías marinas, podría verse afectada por el calentamiento de las aguas superficiales. Sin embargo, estos cambios requieren un conocimiento mucho más profundo de la dinámica de las algas unicelulares y de su respuesta frente a los cambios previstos por los modelos climáticos.

 

Hemos podido analizar series temporales relativamente largas y hemos llegado a la conclusión de que, especialmente en la costa, la situación puede llegar a ser muy compleja y depender de la adaptabilidad de las especies a los cambios de temperatura, nutrientes y otros factores para su proliferación (Victor Smetacek, profesor en el Instituto Ambiental Alfred Wegener en Alemania).

 

La acidificación del mar…

 

Pero a estos cambios hay que añadir uno aún menos conocido y que está transformando los océanos: la acidificación por exceso de CO2. Los mares, en permanente equilibrio con la atmósfera, han absorbido, según los cálculos de los expertos, hasta un 50% del CO2 de origen antropogénico durante los últimos 200 años. Esto provoca un proceso de acidificación por aumento de protones, ya que se equilibran las concentraciones de CO2 y los carbonatos del agua.

El exceso de acidificación de los océanos dificulta la precipitación de carbonato de calcio. Muchos organismos pueden ver así, afectado su ciclo biológico, sobre todo aquellos que basan sus estructuras en estas moléculas inorgánicas, desde pequeñas algas unicelulares hasta inmensas estructuras, como los arrecifes de coral.

 

<<La acidificación de los océanos no es algo nuevo en nuestro planeta. El problema es la velocidad a la que estamos detectando los cambios: calculamos una disminución del pH (acidificación) entre 0,3 y 0,4 puntos para 2100>> (Patrizia Ziveri, doctora de la Universidad Autónoma de Barcelona).

 

Probablemente, sólo en la época de la extinción de los dinosaurios se haya dado semejante proceso de acidificación en tan poco tiempo. Como en otros temas ligados al cambio climático del planeta (deshielo de los casquetes polares, modificación en la intensidad de las corrientes marinas, aumento de las temperaturas medias en el mar…), queda mucho por comprender y por resolver.

 

La interacción entre el hombre y los océanos es muy compleja: no basta con aumentar el número de reservas marinas o lugares protegidos, sino adaptar modelos socioeconómicos sostenibles a la dinámica propia de los ecosistemas marinos. La clave del futuro será la combinación de disciplinas como la economía, la ecología, la biología o la sociología. El mar en ningún caso se está muriendo: se está transformando. Pero ahora más que nunca empezamos a ser conscientes de que esta transformación nos puede afectar.

 

Algunos datos…

 

Unos 41 millones de personas en el mundo viven de forma directa de la pesca, de los cuales 11 millones viven de la acuicultura. Sólo China posee unas 513.000 embarcaciones de pesca, frente a las más de 83.000 de la Unión Europea.

 

El 95% de los caladeros del planeta se explota. De hecho, la pesca crece tan sólo un 1,2% anual frente a la acuicultura, que ha crecido un 9% anual en el último decenio.

 

Unas 10.000 montañas submarinas se calcula que existen, aunque sólo se conocen a media unas 160. De 90 de ellas se tienen datos concretos de su fauna y ecosistema.

 

Más de un tercio de la población humana vive en las costas del planeta. El potencial aumento del nivel del mar y la mayor frecuencia de determinados fenómenos meteorológicos violentos afectarán de forma diferente a Bangladesh o a Holanda por las diferentes inversiones económicas que se harán en ambos países.

 

<<Proteger los mares es protegernos nosotros>>

 

 

<<Estamos envenenando los océanos>>, dice Jean-Michel Cousteau, entristecido.

 

<<Del hecho de que hay grandes problemas en el mundo y la única forma de enfrentarnos a ellos es conociendo las causas y ofreciendo soluciones. Es necesario para salvar la calidad de vida de las generaciones futuras. Tenemos que proteger la naturaleza para protegernos a nosotros mismos>>.

 

<<He hallado en el Pacífico desechos que habían recorrido 5.000 kilómetros. Hace años, durante una de mis expediciones, encontré en el Pacífico, cerca de Hawai, una zona mayor que la gran barrera de corales de Australia, muy deteriora por los efectos del hombre. Encontramos desechos procedentes de 52 países, de zonas a 5.000 kilómetros de distancia>>.

 

 

 

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